Nadie

Donde tu recuerdo ya es humo
volví... volví… a concebirte
a respirar los restos.
La imagen estaba intacta
podía sentir el relajo,
el vapor, el gusto a encierro
empalagarse en la piel…
la mirada soltando las bridas
volvía a descascarar el tropiezo,
el silencio proyectó tu retrato
y la soledad olió a rancio
liberando tu adulterio.

Esta puerta clandestina
volvió a instalar la mudanza
y ahí estábamos de nuevo…
muriendo por volver a tocarnos
por volver a vivir sin más
el temblor de los labios…
por volver a convertir sin prisa
la tarde en pecado,
encerrados en ese juego moroso
de dos iracundos inconscientes
nos celamos, nos disfrutamos
nos reímos, nos marcamos
fuimos lo no que nunca fuimos:
la verdad y la envidia…

Te fuiste con ese desgano
a tu mundo de engaños
el reloj acabó con los planes
y volviste a ser esa desconocida
ese saludo casual…

Las calles olían a tierra mojada
a primavera empapada,
el aguacero pasó
y tu bálsamo quedó en el aire,
impregnado de celo
caminé por las calles grises
los niños chapoteaban en los charcos
el ladrido húmedo de los perros dolía
la mirada de otros seguían mis pasos,
los que te tildarían de Magdalena
no sabían… no sabían…

La tormenta parecía volver
y tu recuerdo aún no volaba,
prometimos guardar el secreto
como dos adolescentes con miedo
y en esa locura de paredes gastadas
de fragancias encarnadas
dijiste: “La última vez”,
y te llevaste tu vestido de lágrimas
cubriéndote la piel.

Entre las sábanas acalambradas
quedó el desorden de tu cuerpo
y antes de que cerraras la puerta
y el olvido retumbara en ese portazo
supe que ya no era nadie…

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