Ausencia de abril


Con tu sonrisa dabas forma a todo
tenías eso, hasta la lluvia mojaba incomparable
no hacía falta más que verte, como sea. Sólo verte…
Espoleabas la luz del pensamiento, sacudías las sombras,
la lucha extinguida, la insólita bendición de sentirse uno.
Y poco importaba el mundo cuando estabas,  
poco importaba… En realidad, nada.

Sentirte dentro me daba las alas y el cetro
me hacías un Dios de locura inmediata,
y rodaba sobre días revueltos en insano renacimiento,
destronando el pasado, infortunios ganados…
Era el aire lo que me dabas. Me volvías devoto,
un santo desequilibrado predicando entre locos.

Desconocía el temblor benigno de la insensatez
el dolor incisivo del recuerdo de ayer,
desconocía el sabor azucarado que admite la esperanza
el aroma triste que revela el eclipse del cuerpo;
el calor preciado de volverte a ver.

Tan lejos hoy, tu sonrisa me ciñe la garganta
me ahoga la vida, me asfixia el alma.

Tu ausencia mató.

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