Apaleo

Te quedaste
a pesar de la mudez
la desmaña
de respirar a oscuras,
a pesar del empeño grosero.

Te quedaste
a pesar de que dolía
tu insolencia, tu impugno,
tu ausencia ingenua,
la barbarie de no ver mis ojos.

Un solo mundo sobra
para velar olvido.

Pensar en ti es besar las sombras
que invadiste ayer,
dejar huérfano el intento,
la promesa inexperta
de volver a mentir el flagelo.

Es que…
tu belleza estrangula;
eres la sabia amarga,
la ira precoz,
el pensamiento perverso
de volver al sudor,
la experiencia morbosa de matar
lo que se vive, se respira.

Te quedaste sin dolor.
¡Dios! Cuánto duele decirlo,
todo lo que fui
se ahogó sin porfía,
todo fue tan poco
nada fue salir, respirar extraños,
morir en la hipocresía de otro nombre.

Mentir es parte del aturdimiento,
una regla necesaria para olvidar
absoluta, que ayuda a caer suave,
que repone aire,
que engaña con injusto alivio.

Lo sé, también es azotarse
matarse de a poco
de a ratos…da igual.


Tu amor es así; un gélido apaleo.

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