Sentencia

Sé que soy
sólo un reflejo en tu pupila
sabrás, también,
versión que se ahuyenta
pero que no se olvida.

¡Dios! Esa obsesión por falsear tu vestido.

¿Acaso no he sido yo
quien te hacía reír?

El hombre que ahora confinas
murió a la orilla de tu antifaz
puedo verlo ahogado
desde que te desnudaste
liberando tu fin,
apetitoso y vulgar.

Tus desvaríos,
esos ardores innegables
ya no lo revivirán.

Reclamas tanto tus propias cadenas.

Has desterrado tu mirada azul
el único relámpago perpetuo
la única razón de la razón,
la verdad primera.

El espejo que miras no te devuelve.
¿Es que no te fastidias de ser
quien no eres?

Elaboras con triste prudencia
tu veneno sin gloria.

La trastienda no te hará feliz
ni el pretexto te verá crecer
ni el disimulo te dará felicidad
ni la excusa devolverá decencia.

El velo, el embozo, te será infiel.

Sólo reirás
para complacer extraños
los días que te sucedan
no te pertenecerán,
ni las noches que deseé tu fiebre
tu apetito carnal
será el quejido esperado.

Era hebra de tu ovillo.

Pero jamás me verás voltear
lo juro por lo que ahora digo.

Abriré el ventanal
respiraré el aire que olvidas
seré lo que pudiste ser:
la verdad y el contento,
la confianza de un beso
el labrador feliz
de unos ojos honestos.

Siento tanta pena…

La ambición de la perla al cuello
te cegará las pupilas
te olvidará el corazón,
te matará la sonrisa.

Lo sé, juro que lo sé….
Odiarás, ver la lluvia caer.

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