Besos


Pasaban a escondidas
se quedaban un instante, dos
empinaban la piel
prendían los gemidos
y se iban.

Y algo moría en mí, siempre.

El cuerpo quería;
la sangre impedía
indiferente
tal vez insensible
y sin saberlo
moría, moría.

Jugaba con ellos
ellos también lo sabían
en secreto, a oscuras,
maldecían, maldecían.

Aun derrotado,
entendían que mentía.

Molestos, huyeron
treparon al tiempo
y marcharon deseosos
de vivir otras bocas
lactar otros sueños.

Desterraron mi sed
lo sé… fue cruel
condenaron mi vida
a besar vacíos
fiarme del hielo
vagar por olas nevadas.

Jamás supe retenerlos
decir… “Perdón”
rogar su vuelta
calmar la sequía.

Y en las noches moría, moría…

Hoy, volvieron a mí
con un ángel
robado, arrancado
de un mundo brutal,
de ojos piadosos,
sonrisa quieta
de corazón quebrado,
acurrucado
con miedo.

Como pude,
templé sus heridas,
detuve su vida,
y hallé la mía,
perdida, agónica,
en sus ojos de miel.

Me regaló lisonjas,
un cielo de soplos,
un paisaje nácar,
una noche roja, dos
cubierta en aromas
de piel de mujer.

Soltó besos, miles de besos
como palomas vestidas de aire;
y dejé de morir.
Su mirada vence,
libera los temores,
conquista las alas,
destrona los imperios irreales.
Mueve el mundo.

Ahora, ya no queda más
que ser feliz.

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